19/1/09

Un Corazón, Un Alma, Un Espíritu

En estos tiempos en que las ciudades son tan desperzonalizadas y despersonalizantes, muchos buscan la comunidad, sobre todo cuando se sienten solos, fatigados, débiles y tristes. Para otros estar solos es insoportable, es un gusto anticipado de la muerte. La Comunidad aparece entonces como maravilloso lugar de acogida y participación. Pero bajo otro ángulo, la comunidad es un lugar terrible. Es el lugar donde se revelan nuestras limitaciones y egoísmos. Cuando empiezo a vivir todo el día con otras personas, descubro mi pobreza y mi debilidad, mi incapacidad para entenderme con algunos, mis bloqueos, mi afectividad o mi sexualidad perturbada, mis deseos que parecen insaciables, mis frustraciones, mis celos, mis odios y mis deseos de destrucción. Mientras estaba solo, podía creer que quería a todo el mundo, ahora con otros constato lo incapaz de amar y rehuso la vida con otros, si soy incapaz de amar, ¿Qué queda de bueno en mí? solo hay tinieblas, desesperanza y angustia. El amor es una ilusión. Estoy condenado a la soledad y a la muerte. La vida en común es la revelación penosa de los límites, debilidades y tinieblas de mi ser; es la revelación a menudo inesperada de los monstruos escondidos en mí. Esta revelación es difícil de asumir. Enseguida se trata de alejar esos monstruos, o volverlos a esconder o negar su existencia o se huye de la vida comunitaria y de la relación con otros, o se les acusa a ellos y a los monstruos que hay en ellos. Pero si se acepta que esos monstruos están ahí, se les puede dejar salir y aprender a domarlos. Es el crecimiento hacia la liberación. Si somos acogidos con nuestras limitaciones y con nuestras capacidades también, la comunidad poco a poco se convertirá en un lugar de liberación; descubriendo que somos aceptados y amados por los demás, nos aceptamos y amamos mejor el lugar donde se puede ser unos mismo sin miedo ni violencia. Así la vida comunitaria profundiza a la confianza mutua entre todos los miembros. Entonces ese lugar terrible se convertirá en un lugar de vida y crecimiento. No hay nada mas bello que una comunidad donde se empieza amar realmente y a tenerse confianza los unos a los otros. "Ved: qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos. Es ungüento precioso en la cabeza...que baja por la barba de Aarón" (Sal. 133) Nunca he llegado a entender muy bien esta referencia a la barba de Aarón, sin duda porque nunca he tenido barba. Pero si el perfume que se desliza por una barba produce una sensación tan asombrosa como la vida en común, debe ser maravilloso. La vida comunitaria es el lugar donde se descubre la herida profunda del precioso ser y donde se aprende a asumirla. Entonces se puede empezar a renacer. Sí, hemos nacido a partir de esa herida.
Jean Vanier

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