26/1/09


Fiesta de la Luz


Estamos a días de celebrar la Fiesta de la Luz, para nosotros es muy importante porque celebramos al mismo Señor Jesucristo; el verbo encarnado, quien es la luz del mundo y en El, nosotros somos hijos de la luz. “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no caminara en tinieblas sino que tendrá luz y vida”(Jn.8,12)
Todos ustedes son hijos de la luz he hijos del día: no somos de la noche ni de las tinieblas. No nos quedemos dormidos como los otros, sino que permanezcamos sobrios y despiertos. (Tes. 5, 5-6)

Jesucristo es nuestro Redentor y por eso ya estamos en el camino de la santidad “Dios dejo constancia del amor que sostiene y, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Ahora por su sangre fuimos santificados.” (Rom. 5, 8-9b).
“Si reinó la muerte por uno solo, será otra cosa cuando reinen en la vida los que reciben sin medida la gracia y la santidad, que Dios nos regala gracias a uno solo que es Cristo Jesús.” ( Rom. 5, 17).

Jesucristo quien se queda con nosotros en la Eucaristía, por su amor, obtenemos vida nueva. “Yo soy el camino la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí” (Jn. 8, 12)
“Mi Padre es el que les da el verdadero pan del cielo. El pan que Dios les da es este, que ha bajado del cielo y que da vida al mundo” ( Jn. 6, 32-33).

Siendo concientes que como comunidades Fe y Luz y guiados por el Espíritu Santo podemos anunciar este mensaje del evangelio a las calles, en procesión; en oración, con cantos, haciendo participes de los dones de nuestra Iglesia. Sobre todo dando espacio para que participen siempre los jóvenes y los niños.

22/1/09


Sentimiento de Pertenencia

Nuestra civilización occidental es una civilización competitiva, desde niño se aprende a "ganar" los padres están encantados cuando sus hijos son los primeros. De esa manera, el progreso material individualista y el deseo de subir de grado en el prestigio pisotean el sentido de la comunión, de la compasión, de la comunidad. Se trata ahora de vivir mas o menos solos en casita, guardando celosamente los bienes y tratando de adquirir otros, con un papel en la puerta donde está escrito: "cuidado con el perro". Lo esencial de la comunidad es un sentimiento de pertenencia. Hay que reconocer que el sentido de su propia comunidad les impide mirar con amor y objetividad a las otras comunidades. Y entonces aparece la guerra entre tribus. Pero la verdadera comunidad es liberalizadora. Me gusta el pasaje de la escritura: "Y diré: Tú eres mi pueblo, y él dirá: Tú eres mi Dios" (Os. 2, 25) siempre me recuerda a Jessie Jackson, uno de los discípulos de Martin Luther King diciendo a la asamblea de miles de negros: "Mi pueblo es humillado". La Madre Teresa dice: "Mi pueblo tiene hambre". Mi pueblo, es decir, mi comunidad, la pequeña comunidad de los que viven juntos pero también la comunidad más grande que está a su alrededor y por la que ella existe. Esos son los que están inscritos en mi carne como yo estoy inscrito en la suya. Ya estemos lejos o cerca, mi hermano, mi hermana, permanecen inscritos en mi interior. Los llevo y ellos me llevan y cuando nos encontramos nos reconocemos. Estamos hechos los unos para los otros, hechos de la misma tierra, miembros de un mismo cuerpo. El término "mi pueblo" no quiere decir que en relación con ellos yo esté en un grado de superioridad, que yo se su pastor y me ocupe de ellos. Quiere decir que ellos son para mi como yo para ellos. Todos somos solidarios. Lo que les toca a ellos, a mí me toca. El término "mi pueblo" no implica que rechace a otros. No, "mi pueblo" es mi comunidad constituida por los que me conocen y me llevan. Puede y debe ser un trampolín hacia la humanidad entera. Pero no puedo ser un hermano universal si no amo en primer lugar a "mi pueblo" y a partir de él, a todos los demás. No se va personalmente hacia la unidad interior más que cuando se agranda y profundiza el sentido de pertenencia. Y no solo de pertenencia a una comunidad sino al universo, a la tierra, al aire, al agua, a todos los que viven, a toda la comunidad. Si la comunidad da a la persona un sentimiento de pertenencia, la ayuda también a asumir su soledad en un encuentro personal con Dios. Por eso también está la comunidad abierta al universo y a todos los hombres.
Jean Vanier

19/1/09


Envejecer con esplendor:
inconvenientes y oportunidades
la vulnerabilidad


Miércoles, 14 ene (RV).- Jean Vanier, fundador de las comunidades de “El Arca”, en las que conviven personas con minusvalías psíquicas, junto con “asistentes” hace afirmaciones sobre la vulnerabilidad, que bien se pueden adaptar a quienes viven la su propio crecimiento cronológico como motivo de crecimiento humano, y recuerda que aunque en este recorrido nos podamos sentir débiles, o pobres, desde la incapacidad para salir adelante por sí mismos, se puede desear profundamente el amor y vivir los valores del corazón, porque la fragilidad consigue que despierte lo que hay de más divino en nosotros y que comprendamos lo que tenemos endurecido y herido, y esa, cita nuestra autora* haciéndose a las palabras de Jean Vanier, es una fuerza para la vida de relación. La fragilidad revela quienes somos y es un verdadero enigma al que solamente puede responder la fe.
Radio Vaticano

Un Corazón, Un Alma, Un Espíritu

En estos tiempos en que las ciudades son tan desperzonalizadas y despersonalizantes, muchos buscan la comunidad, sobre todo cuando se sienten solos, fatigados, débiles y tristes. Para otros estar solos es insoportable, es un gusto anticipado de la muerte. La Comunidad aparece entonces como maravilloso lugar de acogida y participación. Pero bajo otro ángulo, la comunidad es un lugar terrible. Es el lugar donde se revelan nuestras limitaciones y egoísmos. Cuando empiezo a vivir todo el día con otras personas, descubro mi pobreza y mi debilidad, mi incapacidad para entenderme con algunos, mis bloqueos, mi afectividad o mi sexualidad perturbada, mis deseos que parecen insaciables, mis frustraciones, mis celos, mis odios y mis deseos de destrucción. Mientras estaba solo, podía creer que quería a todo el mundo, ahora con otros constato lo incapaz de amar y rehuso la vida con otros, si soy incapaz de amar, ¿Qué queda de bueno en mí? solo hay tinieblas, desesperanza y angustia. El amor es una ilusión. Estoy condenado a la soledad y a la muerte. La vida en común es la revelación penosa de los límites, debilidades y tinieblas de mi ser; es la revelación a menudo inesperada de los monstruos escondidos en mí. Esta revelación es difícil de asumir. Enseguida se trata de alejar esos monstruos, o volverlos a esconder o negar su existencia o se huye de la vida comunitaria y de la relación con otros, o se les acusa a ellos y a los monstruos que hay en ellos. Pero si se acepta que esos monstruos están ahí, se les puede dejar salir y aprender a domarlos. Es el crecimiento hacia la liberación. Si somos acogidos con nuestras limitaciones y con nuestras capacidades también, la comunidad poco a poco se convertirá en un lugar de liberación; descubriendo que somos aceptados y amados por los demás, nos aceptamos y amamos mejor el lugar donde se puede ser unos mismo sin miedo ni violencia. Así la vida comunitaria profundiza a la confianza mutua entre todos los miembros. Entonces ese lugar terrible se convertirá en un lugar de vida y crecimiento. No hay nada mas bello que una comunidad donde se empieza amar realmente y a tenerse confianza los unos a los otros. "Ved: qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos. Es ungüento precioso en la cabeza...que baja por la barba de Aarón" (Sal. 133) Nunca he llegado a entender muy bien esta referencia a la barba de Aarón, sin duda porque nunca he tenido barba. Pero si el perfume que se desliza por una barba produce una sensación tan asombrosa como la vida en común, debe ser maravilloso. La vida comunitaria es el lugar donde se descubre la herida profunda del precioso ser y donde se aprende a asumirla. Entonces se puede empezar a renacer. Sí, hemos nacido a partir de esa herida.
Jean Vanier

17/1/09

La Riqueza que Encierra la Discapacidad

Las personas con discapacidad nos ayudan a darle otro sentido a la existencia. Vivimos en un mundo donde estamos atrapados por la búsqueda del éxito y por la sed de competencia. Esa preocupación no existe para las personas con discapacidad. Lo importante para ellos son las relaciones, los afectos. A la gente normal le cuesta trabajar las relaciones, y manejar la angustia y el dolor que éstas naturalmente generan. Amar es transformarse en vulnerables, dijo una vez Jean Vanier, en una conferencia en Argentina. Así de potente es su mensaje, fruto de una experiencia de vida extraordinaria. Su vida en comunidad no sólo le exigió a Jean esfuerzo externo, sino también un importante trabajo interior que comenzó con aprender a escuchar… más allá de las palabras. "Necesito ser comprendido y escucharte" el lenguaje es vital. Muchos de los que viven con Jean no hablan, otros sí, pero no son cosas muy cuerdas. Sin embargo, también hablamos con los ojos, el cuerpo, una sonrisa o la violencia. En El Arca, el cuerpo es palabra, comentó Jean. En sus textos también ha reflexionado al respecto: “Escuchar es primero una actitud. Es tratar de comprender al otro en sus sufrimientos, sus deseos y su esperanza, sin juzgarlo ni condenarlo. Escuchar es enaltecer al otro y ayudarle a tener confianza en sí mismo”. En el proceso, también tuvo que enfrentar los propios sufrimientos y debilidades. Descubrir su vulnerabilidad fue duro para alguien que había conseguido todo lo que había deseado en su vida. Se conectó con sus bloqueos, heridas del pasado y dificultad para amar. Esa vivencia lo abrió a un mundo nuevo, que no depende del éxito, el poder ni la fuerza. “La comunidad es un lugar extraordinario, donde he aprendido a ser vulnerable porque podemos compartir nuestra fragilidad y a través de eso, he descubierto que tenemos dones, pero también debilidades, miedo y violencia… Necesito que me aceptes como soy y eso me vuelve más humano”, opina. “Amar no es dar muletas, es revelarle al otro que él es importante, que tiene valor, que te da sentido y que puede ser un aporte”, afirmó.

Enero


LA PALABRA DEL MES ENERO 2009
“Gracias Jesús por mis padres, mi familia
y mi Comunidad”
Dios nos pide que respetemos a nuestros padres, que los amemos tal y como son, ellos nos han dado la vida que es el mejor regalo que nos pueden hacer y jamás podremos agradecérselos suficientemente, además tenemos la suerte de tener una Comunidad Fe y Luz que es como tener otra familia que nos ha dado Dios, somos únicos, cada persona se da al otro y recibe al otro. Jesús dijo: Madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica, en nuestra Comunidad Fe y Luz escuchamos la Palabra, la compartimos en pequeños grupos, ayudamos a vivirla, así nos convertimos en verdaderos hermanos y hermanas de Jesús, los hijos amados del Padre. Resumen Carnet de Ruta 2008 – 2009